Adolfo Bioy Casares: De los reyes futuros



   De nuevo se entrevén las influencias de Wells y Kafka en un relato de Bioy, atento siempre a las influencias y al mejor legado literario, pero la concreción del mundo es propia y la creación de personajes es inequívocamente suyo. El narrador no es un valiente desaforado y tiene un papel esencial pero no absolutamente protagónico, sino más bien de canalizador. La perfección de los detalles, de la elección de todo lo que viste al relato es magistral y en su laconismo hace destacar una fuerza innegable e imperecedera, pues el cuento se vuelve fácilmente universal y sin fecha de caducidad, así como muy entendible en cualquier época y lugar, pues opera con pocos elementos, esenciales elementos que apuntan a la transparencia y, a la vez, a una ambigüedad marca de la casa que me hacen pensar que Bioy es uno de los más grandes autores de la narrativa fantástica y de la narrativa en general. Su aparente sencillez es como un prodigio de luces móviles en una noche quieta, su apuesta por dotar al relato solo de lo necesario es como la labor del que arregla bonsáis, y lleva a pensar en cuántas páginas malgastan otros para no decir más y embrollar con volúmenes adiposos. Que, además, Bioy ofrezca una útil meditación sobre la evolución, los experimentos menos divulgables y el raciocinio y la comunicación en tan pocas páginas ya es para brindar fuerte y alto y decir sin miedo qué gran escritor era este inmortal argentino. 

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