Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2016

George R. R. Martin: Juego de tronos: Eddard y Cersei

Imagen
     El diálogo decisivo que acontece superada la primera mitad de Juego de tronos entre Ned y Cersei es una buena prueba de la calidad literaria de George R. R. Martin, pues para llegar a él ha de haber creado a personajes bien definidos y con mucha personalidad, de presencia fuerte y deslumbrante. No es sino un producto de otras lecturas, el resultado de influencias bien marcadas, pero Martin tiene a su favor algo  que pocos escritores consiguen: la oportunidad de escribir unas páginas digamos gloriosas dentro de su obra que resulten creíbles, justificadas, que cuenten con unos cimientos sólidos que hay que trabajar intensamente en muchas páginas anteriores y que él ha logrado alzar con soltura, con convencimiento, con hondura creativa. Por escenas como esta puede afirmarse que Martin es un autor celebrado con todo el merecimiento. 

Cristina Fernández Cubas: El final de Barbro

Imagen
       Hay muchas expectativas en este relato que no acaban de confirmarse según se avanza en su lectura ni cuando se llega al final de la historia de manera rápida, casi anhelante, como el cuento exige, pues emoción no le falta. Y quizá esto no es malo, porque los escritores que te llevan de la mano y te ofrecen un dulce como premio muchas veces simplemente mienten. Cristina Fernández Cubas opta por no resolver por el lado de lo inefable ni de lo terrorífico un relato que tiene mucho que ver con los cuentos de hadas pero que en ningún momento se pierde por los fáciles caminos de la posmodernidad literaria. Usa elementos conocidos con mucho humor la autora, hace guiños que sitúan mejor y que restan oscuridad y complejidad a una historia que necesitaba una imagen final potente y creíble, nada alucinatoria, que es más fiel a la intención y al fondo que de verdad hay en el desencuentro de esas hijas aturdidas con la nueva madrastra acaparadora y algo misteriosa. 

Víctor Mora

Imagen
   Gracias a él leímos los primeros tebeos y disfrutamos e imaginamos. Siempre será uno de los nuestros. Hoy ha muerto el creador, para siempre quedan sus creaciones.   

Cristina Fernández Cubas: Interno con figura

Imagen
     Quizá todo lo que se puede hacer ante una sospecha es imaginar y combatirla con la imaginación, con las palabras, con la fuerza de las palabras y de la imaginación, hasta reducirla a algo lógico o hasta entrar en un espacio en el que no hay duda ya de que pasará algo. Este relato así lo plantea, así lo muestra, y con una idea muy sencilla, dos o tres escenas imborrables y una imaginación no del todo libresca Cristina Fernández Cubas redondea un relato de los que no tienen principio ni final y es absolutamente fascinante. Un relato que invita a tener la mente más despierta y la mirada más viva para ver donde existe y no se ve a menudo, ya que estamos inmersos en la distracción por culpa de lo cotidiano envolvente y cegador, aunque está claro que sí hay algo preocupante, una llamita de peligro, un indicio de lo que está por venir y no será agradable. Sin duda, en este tipo de relato en el que no hay despeño hacia lo fantástico sino insinuación, vislumbre, la autora es una gran

Cristina Fernández Cubas: Hablar con viejas

       Flojo, muy flojo relato que es apenas un esbozo de algo más serio, o de lo que podría haber sido algo más serio que superara a lo que no es sino una caricatura, un chiste malo que no se entiende muy bien qué hace dentro del libro de una autora tan reputada. La frase final de la vieja es una de esas explicaciones que nunca deberían darse cuando se trata de sugerir y no de mostrar con letra gruesa, como si el lector no estuviera capacitado para deducir por su cuenta.     Teniendo en cuenta que es un libro editado por una prestigiosa editorial, en la que hay muchos filtros (sobre todo para los autores que empiezan), me pregunto cómo no ha surgido una voz despierta que advirtiera a la autora de la metedura de pata, ya que ni como relato de humor funciona, pues el punto de vista cambia de manera radical y no hay más que dos imágenes fijas en el relato, dos instantáneas contrapuestas y sin posibilidad de casación alguna que rompen la posibilidad de conjunto y unidad artísticas

Julio Cortázar: Las ménades

Imagen
     Leyendo este relato me acuerdo de un libro que tuve hace muchos años en cuyo título había una pregunta infrecuente: ¿es Julio Cortázar un surrealista? Quizá sí, al menos a ratos, si pensamos en lo incomprensible de algunos cuentos, de algunos personajes; en lo caricaturesco que resulta el capítulo del tablón en Rayuela; en el enfoque elusivo y de clave cerrada que se da en ciertos momentos de algunos cuentos que no pueden ser entendidos a la primera, con lo que se muestra a simple vista. Acaso este cuento sea uno de los más surrealistas de Cortázar, de los menos conseguidos también, porque incluso la voz narradora no acaba de convencerme: detesto el tono frío y algo suficiente desde una modestia con humor demasiado soberbio también. Como con un determinado Valle-Inclán, reconozco mi incapacidad para creerme la verdad de las sombras y de los dibujos grotescos, algo que no me ocurre en cambio con el Martín-Santos de Tiempo de silencio , libro al que no le falta burla ni humor