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Mostrando entradas de octubre, 2016

George R. R. Martin: Juego de tronos: Batalla y beso

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        No solo de luchas y de crueldades habla esta novela, y en los pasajes dedicados a los sentimientos también Martin demuestra su talento, sobre todo usando habilísimamente el punto de vista, pues al final del libro se pregunta la madre de un hijo guerrero, que ha matado ya pese a su corta edad en una guerra a algunos hombres, si además de haberse entregado a lo duro de la batalla también se habrá entregado a lo dulce del amor, y se contesta que puesto que ha matado, también debe ya de haber besado. Solo son unas líneas, una meditación engarzada con los propios recuerdos de cuando ella fue besada por primera vez, hace ya muchos años, y en la concisión y en la unión de imágenes cuaja una belleza que convierten el pasaje en uno de los mejores de este primer tomo de Canción de hielo y fuego. 

George R. R. Martin: Juego de tronos: El final de Drogo

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   Es duro y me recuerda a otro también estremecedor: el de un personaje de la inolvidable novela De ratones y hombres , de John Steinbeck. Amor y momento final, compasión y finitud. Hay que querer a los personajes para llevarlos hasta ese extremo, para que transmitan con sus actos como lo hace Dany. Con escenas como esta, Martin demuestra su versatilidad, que es un autor muy por encima de casi todos los que se dedican a escribir novelas de aventura y fantasía, pues unir la dureza y la emoción en unas pocas líneas es solo tarea de privilegiados. 

George R. R. Martin: Juego de tronos: Bran y Rickon

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       Excelente es también el capítulo con las premoniciones de Bran y Rickon y la aparición del cuervo, la pelea entre los perros que luego se buscan con cariño fraternal y la incredulidad del maestre Luwin. Todos los elementos son necesarios y van encajando a la perfección mientras avanzamos hacia un momento no por sabido menos emotivo, gracias a la sensibilidad y al gran ensamblaje de ideas de Martin, que demuestra su exquisito talento para los momentos menores, las escenas pequeñas que son al final las que dotan de vigor y coherencia y aroma de permanencia a una obra literaria. Martin ha bebido de los clásicos, de los grandes clásicos, y lo demuestra clara y briosamente. 

George R. R. Martin: Juego de tronos: Arya y su padre

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       La perspectiva cambiante de la novela y el acertadísimo punto de vista limitado de la narración permiten que haya capítulos excelentes en la novela, como aquel en que se juzga a un Eddard derrotado que pide perdón para no ser ejecutado. Vemos lo que ve su hija, Arya, y para llegar al punto culminante antes tenemos que haber pasado hambre con ella, haber vagado por las calles, haber tenido miedo ante todo lo que de peligroso y malvado puede acechar a una criatura que vaga sola por una ciudad inmisericorde. Cuando todo se rompe, ella está allí, en el centro del tumulto, y el dolor que siente llega de manera indirecta, obviando la descripción cruel, apartando la imagen decisiva, con lo que Martin da una lección de sabiduría narrativa y contención de verdadero maestro de la novela.