Ursula K. Le Guin: El nombre del mundo es Bosque

Ursula K. Le Guin es la mejor escritora de ciencia ficción que conozco, la que mejor se maneja con el lenguaje y la que dota de mayor sentido a la llamada ficción especulativa con sus historias firmemente asentadas en estudios sobre el hombre y sus costumbres. El nombre del mundo es Bosque, por supuesto, encierra un relato cautivador y atrayente. Pero, además, es una gran meditación sobre la colonización, sobre las costumbres de los que no tienen una cultura predominante, sobre el odio y el amor. 
Con su mirada dura y comprensiva a partes iguales, la escritora californiana narra el encuentro de dos civilizaciones, dos maneras de entender la vida y la muerte en un planeta al que los seres humanos han llegado buscando material vivo para llevarlo a una Tierra herida: árboles. No se paran los conquistadores a pensar en el daño que hacen en ese planeta ni a sus habitantes primeros, a los que además tratan como a semiesclavos, dado su pequeño tamaño y su apariencia bonachona, de semihombres. Le Guin se pone en la piel del más cruel de los hombres, Davidson, un militar que es el fiel reflejo del conquistador sin escrúpulos, y en la de un nativo, Selver, que se rebelará contra las injusticias. Se alternan capítulos en que se cuentan los hechos desde los dos puntos de vista, con un lenguaje afín a cada personaje. Carga las tintas la autora, como no es de extrañar, en los que dedica al militar, que se acerca al estereotipo pero que nunca abandona la consistencia de personaje para despeñarse en la floja línea de la desdibujada caricatura.Y goza contando desde la mirada de Selver, a quien sin embargo veremos adoptar posiciones y decisiones demasiado humanas, demasiado reconocibles, demasiado crueles. Son dos dioses, se nos dice al final de libro, y nosotros entendemos, sintetizando, que en definitiva se trata de las dos caras de una misma moneda. 
Breve y muy bien engarzada, administrada con mano segura que nos lleva adelante y atrás en la historia, Ursula K. Le Guin firmó con El nombre del mundo es Bosque una clara y reveladora meditación sobre el comportamiento en lugares de conquista, una útil meditación que, más allá de etiquetas y reduccionismos encorsetadores, resulta una obra de delicadas naturaleza y prosa, y vehementemente sabia en el abordaje de cuestiones que nunca caducarán. 


Frases de la novela: (Traducción de Matilde Horne)

La amistad entre ellos era demasiado profunda para que la afectase una duda moral. 

Porque si es al resto de nosotros a quien mata el suicida, a quien mata el asesino es a sí mismo; sólo que tiene que hacerlo una y otra y otra vez.

Entradas populares de este blog

Julio Cortázar: Cambio de luces

Julio Cortázar: Silvia

Julio Cortázar: Orientación de los gatos