Julio Cortázar: Los buenos servicios

 


   Sirviéndose de tradicionales elementos de la literatura social y crítica, administrando tan magistralmente como siempre la información de lo que se ha de contar para que nunca deje de existir una zona de penumbra gloriosa, adaptándose sin esfuerzo a la psicología de una vieja criada, Cortázar intervino en otra historia rara, particular, sin explicaciones, y emotiva, contradictoria, entregada al claroscuro: invitando al lector de nuevo a participar, a preguntarse y apuntar una respuesta, porque si no la vieja criada quedará sola, lejos de nosotros, incomprendida. 
   Frente a tanto relato y tanta novela explicativos, Cortázar intervenía como entre bambalinas, haciéndose notar poco y con mucho respeto por lo contado, por lo narrado y los narrados, compañero y camarada y amigo, nunca ejecutante, nunca falso traductor de lo dicho, nunca espía ni simulador en voz baja o declamador en malísima voz alta, nunca demiurgo, sino cómplice, entendedlo, el que aparece y se desliza y juega, no rompe ni aísla, sino que aspira a ser sentido como una caricia o un roce en el hombro o en la espalda, como le ocurre a la vieja criada, para que lo quieras y acompañes, en todo caso, por donde no hay caminos obligados ni engañados, por donde se llega a donde el artificio ha desaparecido y la luz cambia y nunca es innoble y sí caudalosa porque ayuda a que todo fluya y acaso renazca. 

Entradas populares de este blog

Julio Cortázar: Cambio de luces

Julio Cortázar: Silvia

Julio Cortázar: Orientación de los gatos