Cortázar: Ómnibus
Deudor evidente del surrealismo y del mundo de Kafka, este relato enfrenta a dos personas normales con una situación extraordinaria y desconcertante dentro de un ómnibus con destino a un cementerio. Extrañeza, miedo, congoja dominan a dos personas que no saben si al subir al ómnibus han entrado en otra realidad -o han salido de la común realidad- y verse entre otras personas que portan unos ramos de flores y que los acosan con la mirada porque ellos viajan con las manos vacías. ¿Son acaso muertos estos que habitan en el ómnibus rodante? ¿Son fantasmas que desaparecerán cuando las dos personas normales asuman que es solo un extravío de la imaginación, una breve brecha en lo común de la realidad? Cuando al fin se bajan del autobús, contaminados por la presencia de los desconocidos con flores, en lugar de huir y olvidar el incidente, buscan y compran flores, quizá porque solo remedando la actitud ajena pueden sentirse de nuevo ellos mismos, o quizá porque ya han dejado de ser para siempre ellos mismos y ya solo son, como los zombies y los habitantes alienados de cualquier ciudad, sujetos sin mente que solo repiten lo visto y oído y sabido. Y es que quizá el mayor temor a lo raro del mundo no esté en lo que el mundo puede presentar a nuestros ojos aturdidos, sino en lo íntimo de nosotros mismos, que puede reaccionar de manera inesperada con absoluta sumisión, con loca sumisión ante lo que no entendemos y nos exige un esfuerzo extra de imaginación y de meditación.