Julio Cortázar: Las fases de Severo

   


   Excelso relato, imposible de superar, que con cuatro o cinco ingredientes tan sólo crea todo un mundo fascinante y sagaz, de interpretaciones varias, gracias a su medidísima información y a su destilado de emociones fundamental. Adivinación y miedo, juego vano e ineluctable, la profecía es algo a lo que nadie puede sustraerse, negarle poder y sustancia, aunque se sea descreído o vanidoso, y Cortázar lo cuenta maravillosamente con su estilo de palabras de perfil y miradas de reojo, donde lo de dentro es transparente y lo de fuera tan opaco y misterioso. Si la literatura nunca morirá, relatos como este estarán siempre en su base más firme, en su verdad más pura, en su hondura más tersa y frágil, como la luz primera de la mañana que entra por la ventana y viene a nuestro encuentro en la estancia donde esperamos rumorosos y alertas a que todo se cumpla. 

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