José María Merino: La noche más larga
Quizá todas las historias han sido contadas ya, y los
escritores solo vuelven a ellas para otorgarles variantes, nuevos nombres,
otros escenarios. Es muy posible. Pero lo que distingue a los escritores normales
de los escritores magistrales es que estos, además, suman emoción genuina y elaboración
personal, eso que se llama también estilo y estructura. En estas lides, pocos
han avanzado tanto como José María Merino, el mejor escritor vivo de que
disponemos en la actualidad en nuestro país, maestro del relato y de la novela que
tiene en su haber nada menos que un libro inmortal como La orilla oscura.
Pues bien, como ocurre con los maestros únicamente, vuelves a leerlos o lees
algo nuevo de ellos y se refrenda la opinión, se ratifica su deslumbrante genialidad,
y eso me ocurre con un relato llamado La noche más larga, hito del cuento
fantástico en nuestra lengua, tan perfecto y con tanta sensibilidad de la
buena, de la que no escarba ni altera solo momentáneamente sino con efectos
insolubles, que me alegro y celebro una vez más leerle y recordar que le he
conocido, que he hablado con él en una ocasión, durante una Feria del Libro, en
Granada, recuerdo que crece en mi memoria como muchos de sus escritos, como esta
excelente historia narrada con tanto buen gobierno de la profesión y tan buen
encaje de lo intuido y lo medio visto, lo elusivo y lo susurrable solo mediante
la literatura, maravillosa en sus manos desde el primer párrafo hasta el último.
En la sencillez está la virtud del clásico, en el bien adjetivar la pericia del
modernista, en no conformarse con el relato lineal la apuesta certera del lector
que ama, ante todo, que le cuenten con otros brillos, otros fulgores, otras
voces que aporten nuevos matices y nos lleven a plácidos remansos y a
vertiginosos terraplenes de lucidez: todo eso está en este relato de José María
Merino, nuestro mejor escritor vivo.