H. G. Wells: La máquina del tiempo

   


Incomprensiblemente recluida en las colecciones de literatura juvenil de varias editoriales, esta sabia e inmortal novela sigue siendo un relato muy bien escrito, muy bien adjetivado y plenamente vigente, una gran puerta abierta a la imaginación y a la aventura pero también a la especulación sensata y luminosa y un gran ejemplo de mágica creatividad y firme apuesta por la idea y la concreción de esta -eso que mal llamamos en ocasiones política- en una historia impecablemente urdida y contada con las mejores armas de que dispone la literatura llamada a no desaparecer jamás. 
   Emociona el relato del viajero en el tiempo, su relación con la pequeña amiga del futuro que le entrega amor porque sí, la percepción de su soledad horrible y devastadora, y emociona también encontrarse con la llama inextinguible del autor clásico que lo apuesta todo a una bella historia, única y diferente, arriesgada y lúcida, que nos presenta con una prosa sin alardes pero muy cuidadosamente esbozada, plena de colorido gracias a unos adjetivos vivificadores y acertadísimos, a un ritmo mantenido y constante que nunca se fuerza ni se desmaya, a un alzamiento de imágenes potente y fluido que solo puede definirse como magistral. 
   Sigue viva y abierta a la lectura del joven y del adulto que no se ha perdido en la monotonía o en la tristeza de lo cotidiano, sigue soprendiendo y absorbiendo las horas gozosas ante sus páginas esta obra que nunca dejará de viajar en el tiempo y nunca dejará de hallar nuevos ojos y nuevas bondades y nuevas sensibilidades. Sin duda esta no es solo la ciencia ficción inaugural de un género -además la mejor e insuperada-, sino literatura en estado puro, aventura y deseo y vida en un solo frasco.

Entradas populares de este blog

Julio Cortázar: Cambio de luces

Julio Cortázar: Silvia

Julio Cortázar: Orientación de los gatos