Julio Cortázar: Vientos alisios
Cuento de amor y de finitud, como todo cuento de amor trágico que se precie, Vientos alisios es otro juego, o la imposibilidad de otro juego, es el cansancio y la pérdida, la incapacidad para renovarse o para admitir el conformismo, sea como sea que lo mires.
Si ya no sabes ser otro, vives del cálido viento del pasado, y en la pérdida del placer nuevo sufres infinitamente. Si ya no sabes ser otro, no eres capaz de mirar sorprendido a quien te ama, no eres capaz de valorar los infinitesimales cambios -que sí existen- en la persona amada y entender que siempre es un progreso el amor.
Y si te hundes en ti no ves al otro sino desdibujado bajo la rutina, si no fuerzas con sentimiento la mirada no ves al otro sino anclado en las mismas arrugas y en los mismos gestos... ya tan tediosos. Y si te decides a acabar contigo no ves en el otro sino a la imagen exacta de tu fracaso, de tu decepción, de tu despeño en lo imposible y lo indetectable. Y si es así, el viento cálido se enfría terriblemente y te empuja y te acaba.
Os acaba, os termina.