Ildefonso Falcones: La mano de Fátima: El baile de la madre

 


   El muchacho quiere mucho a su madre y no puede estar apenas con ella porque es fruto de una violación y el padrastro no lo acepta, lo maltrata a menudo y no le tolera que esté en la casa delante de él. Cuando se produce la revuelta y los moriscos se hacen fuertes y se sienten libres, la madre baila y se agitan sus pechos demasiado, lo que en el muchacho produce un agudo sentimiento de vergüenza que ya no olvida cada vez que vuelve a estar con quien le dio la vida. En su mundo aún de niño ha entrado una imagen indigerible, inquietante y dañina, se ha roto la otra idealizada que cada hijo atesora de la madre buena. Falcones, que no tiene otros fuertes en su prosa y en su literatura, sí es capaz de crear imágenes poderosas, emblemáticas, cortantes -como cuando los moriscos destruyen una iglesia- y ríspidas que elevan el nivel de su obra. 

    (Cuadro de Gabriel Puig Roda: La expulsión de los moriscos)

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