Ildefonso Falcones: La mano de Fátima: Solo es un niño

   


   Se sorprende el protagonista al ver la sonrisa de un niño después de un atroz sufrimiento, no comprende cómo puede sonreír. Y se dice que es solo un niño, que al fin y al cabo es solo un niño y sigue siéndolo pese a los momentos de dolor, de humillación, de pena. De esta manera, Falcones mueve al lector a la empatía con mucho acierto, poniendo a otro antes que al débil, a otro que va a mirar por nosotros -los lectores- y a no vertir con facilidad vergonzosa la lástima. Las guerras no son para los niños y en ellas los niños ríen porque aunque vayan a morir son niños. No cabe decir más. 

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