Cristina Fernández Cubas: Hablar con viejas
Flojo, muy flojo relato que es apenas un esbozo de algo más serio, o de lo que podría haber sido algo más serio que superara a lo que no es sino una caricatura, un chiste malo que no se entiende muy bien qué hace dentro del libro de una autora tan reputada. La frase final de la vieja es una de esas explicaciones que nunca deberían darse cuando se trata de sugerir y no de mostrar con letra gruesa, como si el lector no estuviera capacitado para deducir por su cuenta.
Teniendo en cuenta que es un libro editado por una prestigiosa editorial, en la que hay muchos filtros (sobre todo para los autores que empiezan), me pregunto cómo no ha surgido una voz despierta que advirtiera a la autora de la metedura de pata, ya que ni como relato de humor funciona, pues el punto de vista cambia de manera radical y no hay más que dos imágenes fijas en el relato, dos instantáneas contrapuestas y sin posibilidad de casación alguna que rompen la posibilidad de conjunto y unidad artísticas y obedecen solo al deseo de sorprender (vanamente). Eso sí: las posibilidades de venta aumentan al atraer a lectores poco exigentes. Otro de los grandes males editoriales de nuestra época.